Cuando se plantea la posibilidad de realizar una encuesta online, siempre hay que tener en cuenta que «el fin no justifica los medios» o al revés…

Hoy es relativamente fácil para cualquier persona «lanzar» una encuesta online. Existen paneles de personas dispuestas contestar casi cualquier pregunta en cualquier momento, a veces a cambio de alguna recompensa, otras veces a cambio de nada. Podemos utilizar las redes sociales para ampliar la muestra, y utilizar muchos medios que ofrece la tecnología actual. 

Las encuestas remuneradas, son interesantes para las empresas que hacen estudios de mercado. Se gratifica al encuestado, y por una fracción del precio de lo que normalmente costaba realizar una encuesta utilizando los métodos tradicionales, obtenemos respuestas casi en tiempo real. 

¿Cuál es el problema entonces?

Algo que a veces no se cuenta, o que se suele pasar por alto, «la aleatoriedad de la muestra». Efectivamente, para que se puedan aplicar las técnicas de inferencia estadística, o lo que es lo mismo, para que la encuesta sirva para algo, los encuestados tienen que haber sido seleccionados al azar. 

Pues bien, en Internet, es el encuestado el que selecciona la encuesta y no es el encuestador el que selecciona al encuestado. Por muchas vueltas que le queramos dar al asunto, no podremos inferir datos del universo a partir de una muestra si no se da este supuesto básico. 

Esto no significa que las encuestas en internet no sirvan para nada. Todo lo contrario, pero tenemos que ser consciente de esta enorme limitación, que afecta al error muestral, y sobre todo al sesgo de los estimadores (media, total, proporción…).